domingo, 29 de enero de 2012

Palabras encadenadas (2002)


Título Orig. Palabras encadenadas
Director: Laura Mañá
Productor: Julio Fernández
Música: Francesc Gener
Guionista: Jordi Galcerán, Laura Mañá
Categoría: Policíaca / Intriga
País: España
Duración: 89 minutos
Color: Color
Protagonistas: Darío Grandinetti , Goya Toledo , Fernando Guillén , Eric Bonicatto , Blanca Apilánez , Alex Brull , Mariona Perrier , Alexis Hill , Angels Sirvent , Susana Queral , Mikele , Arturo Matamoros , Germán José , Robert Forcadell - (Completo)
Sinopsis: Encerrada en un oscuro sótano, Laura (Goya Toledo), una psiquiatra de poco más de treinta años, contempla aterrorizada un vídeo en el que un hombre confiesa ante la cámara ser un asesino en serie. Es Ramón (Darío Grandinetti), un tipo aparentemente normal, inofensivo, de unos cuarenta años. Amordazada y atada a una silla, Laura reconoce en él a la misma persona que la ha secuestrado y que se mueve ahora alrededor suyo ocultándose entre las sombras. Ramón apaga la tele sin dejar de hablar en ningún momento. Se acerca a ella y, quitándole la mordaza, le propone jugar a las palabras encadenadas. Si le gana, la dejará marcharse, pero si pierde, le sacará un ojo. Presa del pánico, Laura acepta enfrentarse a él. Juegan. Laura se equivoca. Ramón se acerca a ella amenazador. De nada parecen servir sus gritos. Un mes después, vemos a Ramón dando una clase magistral en una universidad. Es un carismático profesor de filosofía. Dos policías irrumpen discretamente en el aula y le piden amablemente que les acompañe a comisaría. Ramón accede. Una vez en la central, Ramón es interrogado por el comisario Espinosa (Fernando Guillén) y el agente Sánchez (Eric Bonicatto), un par de policías que investigan la extraña desaparición de su ex mujer, una psiquiatra llamada Laura Galán. Ramón, sin perder nunca los nervios, reconoce, mintiendo, que hace mucho que no la ve. Mientras sortea las preguntas y las insinuaciones de los policías, recuerda lo ocurrido en el sótano un mes antes. Al parecer no le hizo daño a Laura cuando ella perdió jugando a las palabras encadenadas. Sin embargo, Ramón se dedica a torturarla psicológicamente, a humillarla, a vengarse de ella metiéndole el miedo en el cuerpo y exigiéndole al mismo tiempo una terapia efectiva. Ramón reconoce haber matado a dieciocho personas tan sólo para tener una coartada que le permita asesinarla sin levantar sospechas. En paralelo a dichos recuerdos, los policías van acorralando a Ramón a fuerza de evidencias. A su comportamiento violento, debidamente documentado en las actas judiciales de su divorcio, se unen ahora toda una serie de pruebas difícilmente rebatibles: fotos, muestras de sangre, un vídeo... Su declaración, tremendamente confusa, deja claro muy pronto que intenta esconder algo. Cada vez más nervioso, Ramón intenta justificar su conducta. Poco a poco, va recordando lo ocurrido en el sótano con Laura. Acosado sin tregua por los policías, se derrumba. Su confesión final será realmente sorprendente.

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